El Chiquet tenía un gran espíritu de empresa, era muchacho ágil, listo y atrevido. Lo único que no pudo aprender jamás, por más esfuerzos que hizo, fue hablar bien el castellano. El Chiquet había sido amigo y compañero de Bessieres y había trabajado con él en una fábrica de tejidos en Ripoll. El Chiquet conocía la vida de Bessieres desde que éste había sido criado del general Duhesme hasta que se presentó a la regencia de Urgel. Sentía por el cabecilla realista y antiguo revolucionario una gran admiración mezclada con un gran desprecio.
Nos contaba cómo solía ir Bessieres lleno de bordados, cómo solía adornarse con la primera banda de color que encontraba o que robaba en cualquier parte, muchas veces en las iglesias, y que luego decía que era una distinción que le había otorgado el rey tal o la princesa cuál. El Chiquet nos contó la ceremonia que se había verificado en la iglesia de Mequinenza bendiciendo y besando una bandera realista, que era una colcha de damasco, que habían robado entre Bessieres, Portas y él en una casa de Fraga.
Bessieres, al parecer, era un reclamista formidable. El mismo hacía correr la voz de que era masón y de que era jesuíta, para hacerse el interesante.
El Chiquet, cuando entró en nuestras filas, se hizo amigo íntimo de un sargento de lanceros que le llamaban Juan de Dios. Este Juan de Dios, por lo que decían, era expósito. Juan de Dios y el Chiquet eran rivales en lances de amor y de fortuna. Habían hecho los dos una porción de calaveradas, que les habían dado gran fama entre nuestros soldados.
Nos contaba cómo solía ir Bessieres lleno de bordados, cómo solía adornarse con la primera banda de color que encontraba o que robaba en cualquier parte, muchas veces en las iglesias, y que luego decía que era una distinción que le había otorgado el rey tal o la princesa cuál. El Chiquet nos contó la ceremonia que se había verificado en la iglesia de Mequinenza bendiciendo y besando una bandera realista, que era una colcha de damasco, que habían robado entre Bessieres, Portas y él en una casa de Fraga.
Bessieres, al parecer, era un reclamista formidable. El mismo hacía correr la voz de que era masón y de que era jesuíta, para hacerse el interesante.
El Chiquet, cuando entró en nuestras filas, se hizo amigo íntimo de un sargento de lanceros que le llamaban Juan de Dios. Este Juan de Dios, por lo que decían, era expósito. Juan de Dios y el Chiquet eran rivales en lances de amor y de fortuna. Habían hecho los dos una porción de calaveradas, que les habían dado gran fama entre nuestros soldados.