Texto - "Escenas Montañesas" José M. de Pereda

cerrar y empezar a escribir
Antes que la moderna civilización en forma de locomotora asomara las narices a la puerta de esta capital; cuando el alípedo genio de la plaza, acostumbrado a vivir, como la péndola de un reloj, entre dos puntos fijos, perdía el tino sacándole de una carreta de bueyes o de la bodega de un buque mercante; cuando su enlace con las artes y la industria le parecía una utopía, y un sueño el poder que algunos le atribuían de llevar la vida, el movimiento y la riqueza a un páramo desierto y miserable; cuando, desconociendo los tesoros que germinaban bajo su estéril caduceo, los cotizaba con dinero encima, sin reparar que sutiles zahoríes los atisbaban desde extrañas naciones, y que más tarde los habían de explotar con tan pingüe resultado, que con sus residuos había de enriquecerse él; cuando miraba con incrédula sonrisa arrojar pedruscos al fondo de la bahía; cuando, en fin, la aglomeración de estos pedruscos aún no había llegado a la superficie, ni él advertido que se trataba de improvisar un pueblo grande, bello y rico, el Muelle de las Naos, o como decía y sigue diciendo el vulgo, el Muelle Anaos, era una región de la que se hablaba en el centro de Santander como de Fernando Póo o del Cabo de Hornos.