Tiempos de mudanzas llenos,
y de firmezas jamás,
que ya de menos a más,
y ya vais de más a menos,
¿Cómo en tan breve distancia,
para tanto desconsuelo,
habéis humillado a el suelo
mi soberbia y arrogancia?
El desprecio que tenía
de cuantas cosas miraba,
las galas que desechaba,
los papeles que rompía;
el no haber de quien pensase
que mi mano mereciese,
por servicios que me hiciese,
por años que me obligase;
toda aquella bizarría
que como sueño pasó,
a tanta humildad llegó,
que por mí decir podría:
Aprended, flores, de mí
lo que va de ayer a hoy;
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.
Flores, que a la blanca aurora
con tal belleza salís,
que soberbias competís
con el mismo sol que os dora,
toda la vida es un hora:
Como vosotras me ví,
tan arrogante salí;
sucedió la noche al día:
Mirad la desdicha mía,
aprended, flores, de mí.
Maravilla solía ser
de toda la Andalucía;
o maravilla o María,
ya no soy la que era ayer.
Flores, no os deis a entender
que no seréis lo que soy,
pues hoy en estado estoy,
que si en ayer me contemplo,
conoceréis por mi ejemplo
lo que va de ayer a hoy.
No desvanezca al clavel
la púrpura, ni a el dorado
la corona, ni al morado
lirio el hilo de oro en él;
no te precies de cruel,
manutisa carmesí,
ni por el color turquí,
bárbara violeta, ignores
tu fin, contemplando, flores,
que ayer maravilla fui.
De esta loca bizarría
quedaréis desengañadas
cuando con manos heladas
os cierre la noche fría.
Maravilla ser solía;
pero ya lástima doy;
que de extremo a extremo voy,
y desde ser a no ser,
pues sol me llamaba ayer,
y hoy sombra mía aun no soy.
y de firmezas jamás,
que ya de menos a más,
y ya vais de más a menos,
¿Cómo en tan breve distancia,
para tanto desconsuelo,
habéis humillado a el suelo
mi soberbia y arrogancia?
El desprecio que tenía
de cuantas cosas miraba,
las galas que desechaba,
los papeles que rompía;
el no haber de quien pensase
que mi mano mereciese,
por servicios que me hiciese,
por años que me obligase;
toda aquella bizarría
que como sueño pasó,
a tanta humildad llegó,
que por mí decir podría:
Aprended, flores, de mí
lo que va de ayer a hoy;
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.
Flores, que a la blanca aurora
con tal belleza salís,
que soberbias competís
con el mismo sol que os dora,
toda la vida es un hora:
Como vosotras me ví,
tan arrogante salí;
sucedió la noche al día:
Mirad la desdicha mía,
aprended, flores, de mí.
Maravilla solía ser
de toda la Andalucía;
o maravilla o María,
ya no soy la que era ayer.
Flores, no os deis a entender
que no seréis lo que soy,
pues hoy en estado estoy,
que si en ayer me contemplo,
conoceréis por mi ejemplo
lo que va de ayer a hoy.
No desvanezca al clavel
la púrpura, ni a el dorado
la corona, ni al morado
lirio el hilo de oro en él;
no te precies de cruel,
manutisa carmesí,
ni por el color turquí,
bárbara violeta, ignores
tu fin, contemplando, flores,
que ayer maravilla fui.
De esta loca bizarría
quedaréis desengañadas
cuando con manos heladas
os cierre la noche fría.
Maravilla ser solía;
pero ya lástima doy;
que de extremo a extremo voy,
y desde ser a no ser,
pues sol me llamaba ayer,
y hoy sombra mía aun no soy.